Hacia la construcción de la hegemonía popular.
La dispersión, represión y universalización ideológica que ha sufrido en los últimos 50 años el movimiento político y social progresista en RD, contados a partir del proceso de contrarrevolución que inició con el golpe de Estado al gobierno de Bosch, la posterior revolución de abril, la invasión de los Estados de Unidos de América y la imposición de gobiernos contrarios a los designios de la mayorías nacionales, es de proporciones gigantescas. Ha sufrido fuertes embestidas en aras de provocar sino su desarticulación por lo menos su moderación a través de la adopción de un discurso que contenga los términos de la discusión política impuesto por las elites dominantes. A partir de esa realidad, la mayoría de las organizaciones que han surgido han nacido más como síntoma que como viabilización orgánica de la voluntad mayoritaria. Es decir, como un canal que germina a partir de la inexistencia de entidades que aglutinen expresiones, sentimientos y demandas democrática