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Mostrando entradas de febrero, 2013

La Independencia está pendiente: Sigamos ayudando.

Ayer conmemoramos el 169 aniversario de la proclamación de nuestra Independencia Nacional. En esa ocasión, el Presidente Danilo Medina, en cumplimiento del mandato constitucional rindió cuentas ante la Asamblea Nacional. A 169 años de la gesta patria, cabe preguntarse si el proyecto de los Trinitarios ha sido materializado o su obra queda aun pendiente. Y sin lugar a dudas, al escuchar el discurso del Presidente podemos advertir claramente que nuestra independencia es todavía un punto en la agenda. Mi lectura particular previo al discurso del presidente era la misma a la que he sido acostumbrado en los últimos 12 años. Digo 12, pues se corresponde con el tiempo en que he tenido conciencia de cómo se maneja la política en nuestro país. Ante los mismos hechos, es imposible crear nuevos discursos y esto trae consigo una inflexión en las expectativas de la gente. Pero no son los mismos discursos lo que crean desesperanza, sino el afán de crear nuevas alocuciones que se con

El Dilema que nos plantea el Sistema

Muchos piensan que nacemos para ser opresores u oprimidos. Pertenecer a un grupo u otro es una cuestión del azar. No podemos elegir donde nacemos: si en cuna de oro o en un pesebre de paja, pero algo si es seguro, el lugar en donde nazcamos va a determinar indudablemente el grado de acceso a las oportunidades que nos permitirán desarrollarnos. En ese sentido, en principio los hijos de la clase opresora son criados para ser opresores, con sus excepciones que confirman la regla. Los hijos de la clase oprimida, por su parte, muchos son criados para seguir jugando el rol de sus progenitores; y otros- oprimidos también- son criados para vivir transitoriamente en la opresión, pero teniendo como norte la aspiración de convertirse en opresores. Esta más o menos es la lógica del sistema en que vivimos, repito, con las excepciones que confirman la regla. Ahora bien, los hijos de los opresores son coherentes con sus enseñanzas, pues hace sentido, que sigan reproduciendo el estado de co

Aunque no parezca, este País es nuestro.

Con regularidad se incurre en el error de decir que en nuestro país, al igual que en otros, existe una clase política. Se cree esto, pues se presume que el hecho de que haya personas ocupando las posiciones orgánicas que se derivan del Estado, es motivo suficiente para catalogar a estos incumbentes como clase política. Y es ahí donde está el error, ya que en nuestro país–aunque bien es cierto que no siempre parece nuestro– lo que tenemos es una clase mercenaria que ve la política como un negocio. La corriente político-económica del neoliberalismo además de servir para llenar los bolsillos de los grupos que por más de 50 años han pisoteado al pueblo dominicano, ha servido también para poner de relieve esto que decimos de que la clase “dirigente” que tenemos concibe la política como un negocio y no como una ciencia encargada del estudio de las relaciones de poder y de administrar en beneficio de la colectividad. Y lo ha hecho porque partiendo de la idea del Estado mínimo y de

Prohibido Olvidar

Vivimos para olvidar; y lo hacemos, pues así se nos ha enseñado a vivir. Se nos ha adiestrado para que no perdamos tiempo recordando las cosas que van sucediendo a nuestro alrededor. Ha sido inoculado en nuestras mentes que nuestros recuerdos solo deben enfocarse en lo que nos sucede y no en lo que ocurre en nuestro entorno. Y quizás estas cosas que ocurren a nuestro alrededor no son gratas de remembranza por lo poco agradable que son. Posiblemente también por ser tantas las cosas que recordar. Y quizás también por el tipo de sociedad en que vivimos en donde las cosas poco agradables abundan y las que sí lo son escasean. Cuando hacemos esto, probablemente protegiéndonos de la ensordecedora y cruda realidad, nos deshumanizamos sin darnos cuenta. Nos desintegramos de nuestra sociedad y aunque poco sea crea, parecería que hemos nacido para vivir muriendo. Vivimos olvidando y como vivimos así, vivimos repitiendo la historia. Olvidamos, y como lo hacemos, no podemos escribir