RENEGAR
Los primeros estados de nuestras vidas nos infunden miedos que nos incitan a opacar y desconocer nuestra realidad; es el caso de la juventud. Nos hace mostrarnos, en muchos casos, como no somos, por el temor de no resultar aceptado por nuestros pares. Creemos que ese debe ser la forma de labrar nuestro destino, cobijados en la idea de que en algún momento lograremos derramar morigeradamente chispas de nuestra verdadera esencia, hasta el punto de descubrir ante los que nos espectan lo que en realidad somos. Desafortunadamente ignoramos que mientras más duro resulte el proceso de formación que atravesemos, más inspirador resultara para aquellos que precedemos y que sucederán la adversidad que nos toco vivir y que nos motivo a ser mejor personas. En función de nosotros, es un acto de auto gratificación el recordar lo que fuimos y disfrutar lo que a base de esfuerzo y sacrificio somos y que fruto de esa sacrificada realidad actual, lo que lograremos cosechar en nuestro devenir.