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Mostrando entradas de abril, 2010

EL CAMBIO QUE QUEREMOS, PERO QUE NO HACEMOS.

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El tema de mayor transcendencia en los últimos años de la República Dominicana es el concerniente a la necesidad urgente de una transformación en el ámbito social, político y económico. Todos sin excepción alguna pregonan la necesidad de dicho cambio. Desde los creadores de nuestra aciaga realidad, hasta aquellos sectores que se han caracterizado por la promoción del cambio desde los inicio de nuestra desdicha actual; ya sea con la intención verdadera de materializar dicho deseo o con el fin de capitalizar la misma a los fines de atraer militancia. Innumerables movimientos tales como partidos políticos, asociaciones sin fines de lucro, fundaciones, etc., han surgido con la intención de pretender representar a aquellos tantos que su voz no es escuchada. Sin embargo, puedo afirmar sin temor a equivocarme que la gran mayoría de estos movimientos emergentes no han calado en la conciencia de todos los dominicanos, habida cuenta de que estos saben, necesitan y esperan un cambio. La respon

POR QUE UNA LEY DE PARTIDOS POLÍTICOS EN REPÚBLICA DOMINICANA

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La necesidad de los partidos políticos en los sistemas democráticos de todo el globo terráqueo, es innegable, pues mediante estos se garantiza la participación ciudadana, el pluralismo y el ejercicio de una democracia -en principio- plena. Sin embargo, el funcionamiento permanente de estos aparatos partidarios, conlleva gastos cuantiosos y considerables. Ante esta situación, esto ha provocado que los partidos políticos recauden grandes sumas de dinero, en aras de mantener la marcha indeleble de estos, sin importar muchas veces el origen de estos fondos o, incluso, cerrando los ojos ante lo obvio de su procedencia. Respecto de esta problemática, sendos países latinoamericanos, tales como: Chile, Bolivia, Argentina, Colombia, Venezuela, entre otros, ha sancionado leyes que proporcionaban subvenciones públicas dirigidas a ayudar a los partidos políticos, para que fuesen destinadas a hacer frente a sus gastos propagandísticos, así como al mantenimiento permanente de estos.    Las raz